Me acuerdo de sentirme segura en casa para actuar y jugar… los teatrines de sabanas típicos del fin de semana, mi madre y de mi padre construyendo títeres y ensayando en la sala, me acuerdo de una “salida artística” donde mi padre pintó unos lentes con un remolino y se construyó una tercera pierna para hacer reír la gente en la calle ¿Por qué lo hacían? Por diversión supongo… ya que cada uno por su lado tenía su profesión! Me encanta pensar que era por diversión… Me acuerdo de cuando le dije a mi mamá de un curso de teatro donde hacían obras interesantísimas y que lo deseaba con toda mi alma estar ahí… me acuerdo cuando en mi primer espectáculo me corté el pelo coco sin ni siquiera saber si me ganaría el papel del chico huérfano… Me acuerdo de todo el llanto en papeles fortísimos y de mi cambio hacia la búsqueda de hace reír a los demás en mi adolescencia.
Empecé en el teatro en 1991. En realidad empecé antes pero ese fue un inicio más “formal”. Yo tenía 13 años… y fue el inicio de mi transformación. Mi encuentro conmigo misma… y con la libertad. No solamente por el humor pero por el hecho de poder crear con mi cuerpo, mi voz y mis emociones me han hecho ver un mundo fantástico lleno de posibilidades… Fueron años investigando, llorando y riendo con todo lo que encontraba, con los retos, los éxitos y los fracasos que son inherentes al artista. No fue fácil, pero fue muy emocionante. Y el clown, creo que ya había llegado a mi vida desde que alguien se rió por primera vez con algo que hice. La risa es muy adictiva realmente! Pasado el tiempo, formación profesional de actriz, entrenamientos miles, muchas horas diarias de cursos y una nota en la pared de la escuela de teatro “CURSO DE CLOWN Y TEATRO DE ABSURDO PARA ALUMNOS DE 3º” y yooo era de tercero! Que suerte! No entendía muy bien que significaba “clown” pero al leer "absurdo" ya sabia que me encantaría. Y si, me encantó...desde la primera clase y entendí que sería payasa por toda mi vida! No podía más vivir interpretando papeles que no sean yo misma! Buscar dentro de mí la verdad aunque me duela, reírme de mis neurosis, verlas, tocarlas, amarlas y sobretodo divertirme con ser yo. Ese fue el primer paso… de ahí vinieron muchos más… Profundizar, buscar, equivocarme y volver a equivocarme una y otra vez… aprender a enseñar, ser clown comunitario y transformarme por completo.
Hoy veo más allá de lo que veía antes, escucho más que antes, disfruto más que antes, me divierto mucho más que antes con pequeñas cosas, pero sobretodo lo que más queda gravado es que ahora entiendo mejor el ser humano y lo respeto más. Soy más yo y me respeto más. Por eso siento esa necesidad de enseñar arte, por qué ser clown me transformó y con toda certeza puedo decir que hoy lo que me hace alucinar y amar enormemente es el ser humano y deseo con todo mi corazón hacer parte de la transformación… o al menos sembrar esa semilla de libertad en el corazón de aquellos que enfrentan el reto de descubrirse un poquito más… Si. El payaso cambia la vida de uno, transforma, colorea y definitivamente nos hace más felices…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario