jueves, junio 01, 2017

PARODIA: El pensamiento crítico y el impulso inconsciente

En mi percepción, la elaboración de material escénico desde conceptos ya existentes,
como en la parodia, puede surgir de 2 diferentes maneras. Una más mental,
que parte de un pensamiento crítico consciente y la otra desde lo emocional,

que principio nos es inconsciente o poco expresado por nosotros en la vida cotidiana

Para la primera llegamos a una situación de forma intelectual, con el objetivo de
sacar a la luz tu visión y formar una opinión en el público que te asiste. Esa forma
llega a tocar el público en el caso de ser algo muy intrínseco en el artista, algo
que realmente piensa y tiene en si el deseo de transformar. Una manera de realizar
eso sería un numero donde se analiza la obra (o cualquier objeto de parodia) y en este
análisis se descubren los puntos de divergencia o contradicción y se trabaja el texto o
escena con el cuidado de que se comprenda fácilmente tu concepción del mismo.
Por ejemplo: Transformar el cuento de la caperucita roja en una adolescente rebelde
que reta al lobo feroz y termina cambiando el rol de victima a victimario. Con eso deseo
hablar sobre la dominación de la mujer y el machismo y en mi espectáculo hago entender al público lo que socialmente debe ser cambiado.
Como segunda opción de cómo llegar a parodiar podemos hacerlo desde el pensamiento inconsciente, la idiosincrasia del artista, la cultura familiar y sus pensamientos y
deseos ocultos. Para llegar a trabajarse con ese material el artista debe improvisar
despojándose del ego, aceptando aquello que socialmente puede ser criticado, dejarse
llevar por su primer impulso y a partir de eso, descubrir que es lo que se siente en relación
al producto materializado a ser trabajado. A principio sin juicios ni críticas, con toda la
libertad y de forma inocente. Incluso si en su pensamiento crítico consciente lo que nace
es algo controversial para sí, como idea contradictoria, o como tabú personal. En esta
segunda opción el material es genuinamente orgánico y emocional y por eso para llegar
a depurar como material escénico debe ser trabajado una y otra vez para fijar el juego
establecido como algo concreto y ya no como algo netamente inconsciente. Traer al
universo real lo que salió sin pensar y volverlo el material de elección.
Ejemplo: En una improvisación guiada por el maestro el artista comunica al público
(sin tiempo para pensar) las palabras y/o pensamientos que le vienen a mente al escuchar
el concepto “Caperucita Roja”. A partir de esas palabras, sin contención o filtro mental,
el guía podrá crear las provocaciones necesarias para que el pensamiento del artista siga
el camino de su propia coherencia que no debe ser para nada realista y si absurda y/o
exagerada. Pudiendo volverse un discurso en contra o a favor de algo, una escena
romántica donde la Caperucita está involucrada, una situación vergonzosa, etc.
Con las 2 formas de trabajo el artista puede llegar a realizar material escénico que tendrá
la calidad de la energía empleada en ello y la disposición para romper esquemas limitantes
de ideas preconcebidas sobre cualquier temática.
En el taller “TODO ES PARODIA” buscaremos el medio más objetivo de trabajo para cada alumno, según su técnica, nivel de entrenamiento y aspiraciones en búsqueda de resultados. El humor y la tragedia caminarán de la mano para descubrir en cual hábitat el material se
expone de forma más integra y completa.

jueves, enero 19, 2017

Así aprendí: Por qué no dicto clown para niños

Así aprendí:
El clown es un estado de juego que se instala en escena desde la conexión con el público, se afianza con la confrontación de tus fracasos, errores, confusiones, creencias, historia de vida, cualidades y defectos.

Esta técnica tiene muchas reglas y valores relacionados como:
Ser verdadero, humilde, entregar todo al 100%, mirar y ver, dejarse ver,  accionar desde la conciencia de tu impulso, escucharte, escuchar a tu compañero de escena, escuchar el público, ir a profundidad en tus emociones, mostrar lo que no te gusta mostrar de ti, reírte de tus tragedias, redescubrir el placer de jugar y hacerlo libremente con y para un público, tener acciones limpias y claras, ritmo, etc. Para esto, la sensación de fracaso será una de las primeras a reconocer en escena.

Cuando un clown fracasa puede suceder de 2  formas

1. El clown realiza una acción con un objetivo y encuentra mucha dificultad para lograrlo y busca desde su locura solucionar el problema.
 2. El clown da todo de sí para que la escena funcione, sea graciosa o genere algo en el público y no lo logra.

El fracaso “2 “es el doloroso, el que más sucede en un proceso de formación y el que puede hacer que un estudiante encuentre algo realmente genuino después de muchos intentos y de mucho fracasar. La resignación ante este fracaso crea la atmosfera de empatía con el público de la formación (hablando de talleres) y es cuando el estudiante se deja ver por completo en su esencia.  Lo que puede o no volver a suceder, depende de cuánto el estudiante logre comprender que la verdad es la más pura conexión de su ser con el humor y que es el punto de partida para aumentar su juego escénico.

El clown es el arte del fracaso (¿Ya viste un payaso haciendo todo bien?) Es necesaria cierta madurez psicológica para pasar por este proceso sin daños, pues lidiar con el “quiero y no puedo” no es sencillo para nadie. Hay mucho camino por recorrer  para aprender a amar nuestros fracasos y poder decir que estamos en paz siendo payasos.  

Obviamente, existen muchas formas de hacer “clown”. He experimentado muchas y esta es la que practico, esta es la que creo ser genuina e íntegra, y por todo lo que involucra, no creo conveniente hacerlo para niños (tratándose de formación, clases o talleres)

No puedo negar que cada vez que veo en la red un “TALLER DE CLOWN PARA NIÑOS” me asusto, quiero decir cosas, me indigno. Trato de respirar y ver que el docente quizás aún no tuvo un entrenamiento profundo y demandante en esta técnica  y no puede llegar a ver realmente lo que es la formación y lo hace desde su perspectiva que generaliza todas las técnicas escénicas como “clown”, porque muchos de los valores del clown se relacionan con valores del teatro en sí, de la impro y del stand up comedy.  (Valores como: Placer en jugar, conectarse con sus compañeros, creer en lo que haces, lidiar con tus emociones, usar tus recursos, etc.)

Quizás el docente y el público en general no sepa que lo que diferencia el clown de las demás técnicas es la conexión directa con el público, la vulnerabilidad desde la verdad y el fracaso. 

Claro que un clown puede ser improvisador si así se entrena, un improvisador puede hacer un monólogo de stand up si lo practica, un actor puede ser mimo si es su habilidad, claro que sí. Mientras más herramientas más rico el abanico de posibilidades en escena.
Y un niño puede ser todo lo que se le ocurra. Un súper héroe, un camote, un pop star, un payaso, un colibrí, porque su imaginación lo permite. Porque aún está en el mundo de la fantasía (que lamentablemente nosotros perdimos cuando nos dijeron que seamos perfectos).

Yo no dicto taller de clown para niños por eso. Porque para mí un niño lidia con la verdad de manera distinta, pues la verdad es lo que se imagina, lidia con la vunerabilidad de forma diferente que nosotros, porque son vulnerables y poderosos en cada célula de su ser, porque están aprendiendo a vivir, y el fracaso está en cada piedrita en su camino, en cada palabra que aprenden a escribir, en cada “quiero no puedo” diario. ¿Debemos subrayar su fracaso? Yo creo que no. Por eso a mi parecer lo que llaman “taller de clown para niños” es taller de otra cosa. ¿Es un error de terminología? ¿Es que "clown" suena mas divertido que teatro? Yo me ando preguntando... 

Como lo que  hago yo cuando hago un taller de niños: artes integradas y juegos teatrales, donde pueda expresarse en totalidad, sin amarrarlo a una “técnica” especifica, dándole la libertad para ser lo que es, reconociendo el espacio escénico, creando, siendo absolutamente todo y nada a la vez. Un espacio de desarrollo de imaginación, habilidades sociales y amor hacia los demás y a sí mismos. 

martes, mayo 11, 2010

Algunas razones para ser payaso


Cuando decidí ser payasa no sé exactamente. Me acuerdo de mi niñez tímida casi callada, con poquitos amigos pero por suerte con 2 hermanas casi de la misma edad. Me acuerdo del deseo de ser vista y el terror a lo mismo. Me acuerdo de mis “tiradas de pera” en el parque cuando no quería conocer gente nueva en el curso de ingles, me acuerdo de salir de la cola de la venta de sándwiches en el cole a la hora de la lonchera por que me avergonzaba pedir lo que me gustaba y no sabía cómo hacerlo… y pensaba horas “ Un sándwiche por favor ó por favor un sándwiche, o señor me podría dar un sándwiche, ó quiero un sándwiche señor!” horas planeando como decirlo para llegado al momento simplemente salir de la cola aterrada… Me acuerdo aquella vez que me eligieron para ser la novia en la representación de las fiestas típicas en Brasil… me hicieron un vestido lindo, el bouquet de coliflor, los zapatitos de charol y al momento del matrimonio no pude, de un instante al otro me vi sin darme cuenta, escondida debajo de una carpeta en el salón más lejos posible de la fiesta… Me acuerdo de eso y pienso en el niño que sería mi pareja: Rodrigo… que será de su vida?


Me acuerdo de sentirme segura en casa para actuar y jugar… los teatrines de sabanas típicos del fin de semana, mi madre y de mi padre construyendo títeres y ensayando en la sala, me acuerdo de una “salida artística” donde mi padre pintó unos lentes con un remolino y se construyó una tercera pierna para hacer reír la gente en la calle ¿Por qué lo hacían? Por diversión supongo… ya que cada uno por su lado tenía su profesión! Me encanta pensar que era por diversión… Me acuerdo de cuando le dije a mi mamá de un curso de teatro donde hacían obras interesantísimas y que lo deseaba con toda mi alma estar ahí… me acuerdo cuando en mi primer espectáculo me corté el pelo coco sin ni siquiera saber si me ganaría el papel del chico huérfano… Me acuerdo de todo el llanto en papeles fortísimos y de mi cambio hacia la búsqueda de hace reír a los demás en mi adolescencia.


Empecé en el teatro en 1991. En realidad empecé antes pero ese fue un inicio más “formal”. Yo tenía 13 años… y fue el inicio de mi transformación. Mi encuentro conmigo misma… y con la libertad. No solamente por el humor pero por el hecho de poder crear con mi cuerpo, mi voz y mis emociones me han hecho ver un mundo fantástico lleno de posibilidades… Fueron años investigando, llorando y riendo con todo lo que encontraba, con los retos, los éxitos y los fracasos que son inherentes al artista. No fue fácil, pero fue muy emocionante. Y el clown, creo que ya había llegado a mi vida desde que alguien se rió por primera vez con algo que hice. La risa es muy adictiva realmente! Pasado el tiempo, formación profesional de actriz, entrenamientos miles, muchas horas diarias de cursos y una nota en la pared de la escuela de teatro “CURSO DE CLOWN Y TEATRO DE ABSURDO PARA ALUMNOS DE 3º” y yooo era de tercero! Que suerte!  No entendía muy bien que significaba “clown” pero al leer "absurdo" ya sabia que me encantaría. Y si, me encantó...desde la primera clase y entendí que sería payasa por toda mi vida! No podía más vivir interpretando papeles que no sean yo misma! Buscar dentro de mí la verdad aunque me duela, reírme de mis neurosis, verlas, tocarlas, amarlas y sobretodo divertirme con ser yo. Ese fue el primer paso… de ahí vinieron muchos más… Profundizar, buscar, equivocarme y volver a equivocarme una y otra vez… aprender a enseñar, ser clown comunitario y transformarme por completo.


Hoy veo más allá de lo que veía antes, escucho más que antes, disfruto más que antes, me divierto mucho más que antes con pequeñas cosas, pero sobretodo lo que más queda gravado es que ahora entiendo mejor el ser humano y lo respeto más. Soy más yo y me respeto más.  Por eso siento esa necesidad de enseñar arte, por qué ser clown me transformó y con toda certeza puedo decir que hoy lo que me hace alucinar y amar enormemente es el ser humano y deseo con todo mi corazón hacer parte de la transformación… o al menos sembrar esa semilla de libertad en el corazón de aquellos que enfrentan el reto de descubrirse un poquito más… Si. El payaso cambia la vida de uno, transforma, colorea y definitivamente nos hace más felices…

Paloma Reyes de Sá

Paloma Reyes de Sá, Actriz, directora teatral y docente formada por la Casa das Artes de Laranjeiras en Rio de Janeiro. Especializada en la técnica del Clown (Talleres, eventos y espectáculos)

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